Maravilla callejera

Poquito a poquito llegamos a Quito.

Dos semanas han bastado para cruzar de sur a norte casi todo el país y poner por fin los pies en su capital.

Escasas seis horas certifican mi venida pero se intuyen como una invitación a considerarla de veras una de las ciudades maravilla del mundo, la primera validada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El trayecto de la terminal terrestre (la estación de bus) hasta Mariscal, que es el barrio donde me hospedo, ofrece mediante mi viaje en trolebus, paisajes coloridos, calles coloniales y un amanecer espectacular.

Una carta de bienvenida que desde hace una semana ya me venían advirtiendo. No se encontraba entre mis favoritas, ni siquiera contaba con mucha información, pero su sola presencia parece que guarda consistencia en lo que a historia y belleza se refiere. Muchos de sus edificios datan de 1534, cuando la ciudad fue reconstruida de las cenizas, después que el general inca Rumiñahui la incendiara ya que no quería rendirse a los conquistadores españoles.

El mundo, por la mitad

Ecuador. El nombre, sin segundas, lo explica todo. No es la mitad de la carrera universitaria, ni de la vida de uno, ni ninguna difícil ecuación. Como cuando partes una naranja, ahí debo encontrarme. Deduzco que es buen emplazamiento para no perder el equilibrio o si se quiere, hacer una buena puesta a punto del mismo.  Lo mismo sucede con la gestión pública, con unas elecciones nacionales entre dos bloques que se denuncian entre sí queriendo desequilibrar los resultados dados a conocer primeramente, entre Lasso y Lenín, sucesor del anterior mandatario Correa.

En esa refriega mediática y verbal, me vuelven a hablar de Quito y su ligazón con el arte, de su barrio La Ronda, de toda su inmensidad religiosa, más si cabe ahora en Semana Santa, con una pléyade de catedrales e iglesias dignas de Roma. Sin olvidar su teleférico, santo y seña en cualquier capital o gran urbe latinoamericana que se precie.

Ni frío ni calor

Aun siendo la capital, es la segunda en cuanto a mayor población, detrás de Guayaquil. El frío que la acompaña en buena parte del año, contrasta con la lava que podrían diseminar los volcanes que la rodean. Pichincha es el más nombrado y desde 1999 no ha vuelto afortunadamente a erupcionar. En todo el país podemos encontrar 84 volcanes de los cuales 25 todavía se encuentran activos.

A unos 3000 metros de altura, vive al abrigo de la cordillera de los Andes y también de un oso autóctono que, según dicen, se llama “de anteojos” y es vegetariano. Los amantes de las bananas deberían visitarlo sí o sí ya que son los principales exportadores, con casi un 30% del total a nivel mundial.

De la banana al limón, más concretamente a la limonada casera. Subrayan que se elabora de forma diferente en todas las tascas, dándole su sello personal. Habrá que probarlo como también disfrutar de los aleteos de su ave nacional. Unas 150 especies de colibríes se expanden por todo el territorio nacional pero especialmente por la capital. Ya ven, aquí el que no corre, vuela.

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