10 horas. 600 minutos. Ese fue el tiempo empleado para llegar a esta quinta capital sudamericana. En ese autobús cochambroso, ajado por el tiempo y por la gente, uno sale impregnado de un entrañable aroma por todo lo que aconteció en su interior. Pero eso ya es pasado. Los segundos se borran cada segundo y sólo queda el próximo.
Lindas montañas te vieron nacer
el Illimani tu cuna meció
y la kantuta su alma te dio
Collita tenias que ser
Las casas son incoloras, puro ladrillo anaranjado neutro, como si a la misma ciudad le hubieran desnudado todas sus carencias. En el tramo de búsqueda de alojamiento, bajo un manto de pura oscuridad, la espuma va dándome color en lo que es el final del Carnaval en todo el país. Una explosión de corsos (desfiles), desde los más pequeños hasta los más traviesos adultos que no dan cuartel, especialmente con el extranjero, para pintarrajearle una sonrisa en todo su cuerpo.
Linda silueta de bella mujer
Ojos muy negros de hondo mirar
y labios rojos que incitan amar
Collita tenias que ser
Previo paso por los mercados locales, aparecen ellas. Las cholitas paceñas. Con polleras amarillas, sombreros lustrosos y un aguayo atado a la espalda, donde transportan comida o mismamente a sus críos recién nacidos como canguros. Una vestimenta importada de la época colonial por los españoles, que según comentan los locales, gracias al actual presidente Morales, tienen el rango social que se merecen. Antes, debido a estos atuendos y el componente indígena con el que cuentan, no les era posible ni entrar al banco. Eso comentan.
Entre todas la reina eres tú
ay collita de mi amor
Paceñita linda mujer,
que llegaste a mi corazón
Y es que Bolivia, al igual que pasa en otro países, vive en la cuerda maldita de la bipolaridad. Evistas contra antievistas, collas contra cambas, o lo que es lo mismo, la zona de representación andina que se concentra básicamente en la capital contra la sureña que cuenta con más recursos de materia primas y son de ascendencia europea, con su sede en Santacruz. Dos formas de vida, una escisión tan atrasada como vigente que sigue creando una bicefalia. ¿Les suena de algo?
No puedo seguir, viviendo así, pensando solo en tu amor
Tu me haces reír, me haces llorar cuando no estas junto a mí
Pero La Paz, se redime en ese embate, con la figura de sus ciudadanos, con La Caserita, mujer a la cual se le designa así por el aprecio que se le tiene y a la que se le cuenta todo problema que se tenga. Sus consejos siempre son bienvenidos, de gran calado, aunque no se la conozca de mucho tiempo atrás. La Paz busca en medio de esa circulación endiablada, sin señales viales en las calles, de zigzags y cabriolas al volante, su lugar en el país, su lugar en el mundo.